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Hoy podemos decir que lamodernización de las tecnologías de la informaciónen el sector bancario italiano es un proceso bien encaminado, aunque avanza a diferentes velocidades según las circunstancias. Por un lado, vemos instituciones que están migrando hacia arquitecturas híbridas en la nube, rediseñando dominios de aplicaciones completos y trabajando en nuevas plataformas de datos. Por otro lado, hay bancos que avanzan con más cautela, a menudo porque se enfrentan a una herencia tecnológica muy compleja.
Y es precisamente el legado lo que representa el mayor obstáculo: no tanto porque sea «antiguo», sino porqueestá profundamente entrelazado con los procesos empresariales. Desmantelarlo o reescribirlo nunca es un simple ejercicio técnico: implica afrontar costes elevados, riesgos operativos y largos periodos en los que los sistemas nuevos y los antiguos deben coexistir.
Sin embargo, haytres fuerzasque impulsan el cambio y que actúan conjuntamente. La primera es la tecnología, que hoy en día ofrece posibilidades completamente nuevas gracias a la nube, la inteligencia artificial y la capacidad de procesar y valorizar grandes volúmenes de datos.
El segundo es la competencia, que exige a los bancos ser mucho más rápidos tanto en el lanzamiento de productos como en la mejora de los servicios ofrecidos a los clientes. Y luego está el frente regulatorio, que en los últimos años ha visto un aumento significativo de los requisitos de seguridad, resiliencia y control. Todos estos factores, combinados, crean un contexto en el que innovar ya no es una opción, sino una necesidad.
En este contexto, la nube se está convirtiendo en un facilitador clave. Permite ampliar la capacidad y los recursos en muy poco tiempo, probar soluciones con mayor agilidad y acceder a servicios avanzados sin tener que crearlos internamente.
Al mismo tiempo, la importancia de los datos está transformando la forma en que los bancos toman decisiones y diseñan sus servicios. Unaplataforma de datos eficazno solo permite comprender mejor a los clientes y personalizar los servicios, sino también automatizar procesos y hacer más eficientes funciones internas que históricamente requerían mucho tiempo y trabajo manual.
Por supuesto, todo esto solo funciona si existe una gobernanza clara y las competencias adecuadas: la nube no es una varita mágica y puede resultar muy costosa si no se gestiona correctamente.
La introducción de la IA está acelerando aún más esta transformación. No se trata solo de crear chatbots o herramientas conversacionales, sino de rediseñar arquitecturas completas. Para aprovechar los modelos de nueva generación se necesitan plataformas de datos consolidadas, flujos bien gestionados, API expuestas de forma inteligente y herramientas capaces de llevar los conocimientos al corazón de los procesos operativos.
Se trata de un cambio profundo al que se están enfrentando muchos bancos, que están comenzando con proyectos piloto, mientras que otros ya han definido hojas de ruta y asociaciones a largo plazo. El grado de madurez varía, pero la dirección es la misma para todos.
Esta evolución técnica también está cambiando la forma en que trabajan las personas. Estamos asistiendo a una creciente integración entre las tecnologías de la información y los negocios: equipos más transversales, funciones orientadas a los productos, nuevas figuras profesionales especializadas en la nube, los datos, la arquitectura y la seguridad.
Se trata de un cambio cultural más que tecnológico. Los bancos están invirtiendo mucho en formación interna, creando itinerarios específicos y auténticos centros de competencia. Lagobernanza de la innovacióntambién está evolucionando: por un lado, se necesitan normas claras y centralizadas para garantizar la seguridad y la calidad; por otro, hay que dejar suficiente autonomía a los equipos para que experimenten y aporten soluciones nuevas con rapidez.
En el ámbito normativo, no cabe duda de que normativas comoDORA, el RGPD, la Ley de IAy las directrices de supervisión tienen un impacto importante en las decisiones tecnológicas. Es imposible ignorarlas, ya que establecen requisitos muy estrictos en materia de resiliencia, protección de datos, gestión de proveedores y transparencia de los algoritmos.
Esto puede ralentizar algunas decisiones, pero al mismo tiempo obliga al sector a construir arquitecturas más robustas y controlables. Y, a largo plazo, se traduce en una mayor confianza y estabilidad.
De cara al futuro, las prioridades para acelerar la modernización son claras: medir sistemáticamente la obsolescencia de los sistemas, reforzar las plataformas de datos, gestionar seriamente los costes y las arquitecturas en la nube, y poner en marcha programas estructurados de eliminación de los sistemas heredados.
Las resistencias que persisten son principalmente de carácter organizativo y cultural: no se trata solo de sustituir tecnologías, sino de cambiar mentalidades, procesos y formas de colaborar. Cuando se produce este cambio cultural, los proyectos de modernización se vuelven mucho más rápidos y eficaces.
Si miramos hacia adelante, dentro de cinco o diez años, la infraestructura informática de los bancos será muy diferente a la actual. Prevalecerán los modelos híbridos, con un uso más extendido de la nube y soluciones que garanticen al mismo tiempo flexibilidad, soberanía de los datos y seguridad.
La plataforma de datos será el centro de todo: tanto para los servicios al cliente como para las operaciones internas. Las arquitecturas serán modulares, basadas en API y microservicios, y la automatización se extenderá a todos los niveles, desde el desarrollo de software hasta los controles de seguridad.
La IA se convertirá en un elemento omnipresente, integrado en las decisiones, los procesos y el soporte operativo diario. Junto a ello, surgirán tecnologías como las redes de datos, las herramientas avanzadas deMLOpsy las soluciones de observabilidad inteligente.
El legado no desaparecerá de la noche a la mañana, sino que se reducirá, encapsulará y gestionará progresivamente hasta que el caso de negocio permita su completa eliminación.