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La digitalización de los sistemas de pago es un proceso en el que todo el Eurosistema lleva tiempo invirtiendo. El uso de lo digital hace que las transacciones monetarias sean más rápidas y cómodas, y mejora la experiencia del usuario, que cada vez tiene menos fricciones.
En Italia, el uso de tarjetas ha aumentado en los últimos años, favorecido también por la normativa europea que ha promovido constantemente el uso del dinero electrónico y sin efectivo. Si se analiza cómo está estructurada la cartera bancaria, casi todas las tarjetas (76%) pertenecen a clientes Minoristas, los Afluentes tienen el 18%, las PYME y los Privados el 4% y el 2% respectivamente. El elevado número de tarjetas Minoristas se justifica por la importante presencia de las tarjetas de débito en este segmento (el 63% del total de tarjetas de la cartera bancaria son de débito), principalmente porque al contratar una cuenta corriente, los bancos ofrecen una tarjeta de débito asociada a cada titular. Las tarjetas de crédito y prepago, por su parte, representan el 23% y el 14%, respectivamente, del total de tarjetas en stock.
Las tarjetas de crédito, por su parte, siguen siendo las más utilizadas: por término medio, se realizan 1,8 transacciones a la semana (95 al año), frente a 1,7 con tarjetas de débito (92 al año). Además, las tarjetas de crédito son las que se utilizan generalmente para transacciones de mayor cuantía, debido a sus características crediticias.
En el último periodo, también se ha producido un importante aumento del número de tarjetas de prepago emitidas (nuevas emisiones equivalentes a un +24%, en comparación con el año anterior), utilizadas para satisfacer las necesidades específicas de los clientes jóvenes y en línea. Sin embargo, en comparación con las tarjetas de crédito y débito, el número de disposiciones en el TPV físico realizadas con el mismo tipo de tarjeta se limita a una por semana (50 al año). Por el contrario, los clientes utilizan tarjetas de prepago para importes muy pequeños y generalmente para compras por Internet, con el fin de minimizar los riesgos de una posible clonación.
En referencia a los pagos bancarios, se registra que el canal Home Banking/Web Responsive es el más utilizado, aunque la cuota de clientes que se pasan a la App móvil sigue creciendo con fuerza. Cada vez son menos los clientes que optan por realizar pagos a través de un operador físico (sucursal o contact center), a excepción de disposiciones concretas, como las transferencias internacionales, para las que se prefiere la interacción humana, bien por la complejidad de la operación, bien porque esta opción dispositiva no se ofrece en las apps y webs bancarias.
La cola de los pagos digitales es el cajero automático evolucionado. A pesar de las importantes inversiones realizadas, los resultados en términos de uso siguen siendo insatisfactorios (1% de los casos). La migración de los clientes al cajero automático, incluso al evolucionado, no se produjo como se esperaba, bien por falta de educación específica, bien porque el cajero automático suele estar en las instalaciones de la sucursal (solo el 13% está fuera de la sucursal).
En resumen, la digitalización del sistema de pagos está en marcha y está provocando un marcado cambio en los modelos de servicio y distribución de los servicios financieros. Como resultado de las estrategias de eficiencia, la sucursal ha abandonado rápidamente su función de iniciación de pagos, para convertirse en un lugar de asesoramiento, dejando el negocio de los pagos en el entorno digital.
Sin embargo, en este último entorno, el campo de la competencia es mucho más amplio, debido a la aparición de formas de pago muy innovadoras, como los monederos electrónicos, los pagos entre particulares (P2P) y los pagos con códigos QR, que exigen nuevos desarrollos de productos de pago por parte de los bancos, para no perder cuota de mercado frente a los nuevos actores.
Por el equipo Cetif Research
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